El Reverendo Padre Antonio Bolik es recordado con profundo respeto y gratitud por la comunidad encarnacena, especialmente por su incansable labor en el barrio Santa Rosa, donde dejó una huella imborrable como promotor del desarrollo comunitario. A su llegada a la ciudad de Encarnación, inició una dedicada y perseverante labor pastoral, educativa y cultural que se extendió a lo largo de 19 años de servicio comprometido. Durante su misión, el Padre Bolik no solo acompañó espiritualmente a los vecinos, sino que también fomentó la organización barrial, la participación ciudadana y la formación integral de niños, jóvenes y adultos. Impulsó la creación de espacios de formación y contención, y trabajó por la mejora de las condiciones sociales, siendo un verdadero motor de transformación para Santa Rosa y zonas aledañas. En reconocimiento a su entrega desinteresada y constante por el bienestar de la comunidad, la Municipalidad de Encarnación le otorgó en el año 1977 la Medalla de Oro "Honor Municipal al Mérito", como muestra de gratitud por su invalorable contribución al desarrollo local. Ese mismo año, el Obispo de la entonces Prelatura de Encarnación, Monseñor Juan Bockwinkel, le confirió el título honorífico de Canónigo Honoris Causa, destacando así su aporte espiritual y humano a la diócesis. El legado del Padre Bolik sigue vivo en la memoria colectiva y en las obras que promovió, siendo considerado una figura clave en la historia reciente de Encarnación por su incansable labor al servicio del prójimo.