La Iglesia Ortodoxa de San Jorge es uno de los templos más singulares de la ciudad de Encarnación, tanto por su historia como por su arquitectura. Se encuentra ubicada en una de las esquinas de la emblemática Plaza de Armas, lo que le otorga una posición destacada en el paisaje urbano del centro histórico. Este templo fue erigido por miembros de las comunidades de inmigrantes ucranianos y rusos que se establecieron en las colonias del departamento de Itapúa, especialmente durante la primera mitad del siglo XX. Estos pueblos trajeron consigo sus tradiciones religiosas y culturales, que se vieron reflejadas en la construcción de este lugar sagrado, convertido hoy en símbolo de su identidad y fe. La iglesia, de rito ortodoxo, se caracteriza por una arquitectura única que evoca las antiguas construcciones eslavas y medievales de Europa del Este. Sus cúpulas, el uso de maderas y sus líneas curvas ofrecen un contraste notable con las edificaciones propias de la región, otorgando un aire distintivo a la fisonomía arquitectónica de Encarnación. La fachada y el diseño interior responden a los cánones tradicionales de la iglesia ortodoxa, donde predominan los íconos sagrados, los colores intensos y una atmósfera de recogimiento. El mantenimiento, restauración y conservación del templo son llevados adelante por la comunidad de fieles, descendientes de aquellos primeros inmigrantes, quienes con dedicación y esfuerzo han sabido preservar este legado espiritual y cultural a lo largo del tiempo. La iglesia no solo funciona como espacio de culto, sino también como centro de encuentro para la comunidad ortodoxa, que se reúne allí para celebrar sus fiestas religiosas, liturgias y actividades comunitarias. Además de su relevancia religiosa, la Iglesia Ortodoxa de San Jorge es un atractivo turístico e histórico de Encarnación. Su presencia recuerda el aporte de las distintas corrientes migratorias a la construcción del tejido social y cultural del sur del Paraguay. Visitarla es no solo conocer un templo, sino también descubrir parte de la historia viva de la inmigración en Itapúa y la riqueza de la diversidad espiritual que caracteriza a la ciudad.
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